LOS POLITICOS Y SU DELIRANTE FARSA

Son gente que arma jaleo y se da mucha importancia. También son más cosas, pero ahora no viene a cuento. La importancia que se dan es inversamente proporcional a lo que les damos los demás, que vemos pasar la vida con la resignación del no llamado a cambiar el destino de la historia. Ellos se lo montan al revés, ellos son nuestro destino, la historia y el poderío.
Como dioses, a semejanza de Dios a los cielos han subido. Pronto nuevamente a la tierra de los mortales bajaran. La Parábola de la multiplicación de los panes y de los peces volverán a recitar; alegres nos pondremos, no con el buen vino de las Bodas de Caná, los caldos de Baco serán de comezón amargo, como de hastío y promesa mal fermentada. Toda una corte vendimial les rodeara con su sequito de cóbalos y titiros al frente, con sus engaños y alucinaciones en delirum tremens estaremos.
Lo primero para ellos es defender su propia supervivencia y rango, acabaran convertidos en impostores de sí mismos. El mana nos prometerán, como si en el desierto nos encontrásemos. A semejanza de Dios se creerán, dioses que nos ofrecerán ser su particular Moisés, para con ellos escribir en las lojas de piedra el convenio de nuestro destino, de nuestra historia. Nosotros al mundo real volveremos, ellos en su mundo seguirán.
Su trinidad se creerán, pronto padres descarriados de sus hijos volverán a ser, espíritu santo no serán nuevamente de nuestra devoción, y a sus cielos nuevamente volverán.
Con ilusión les volvimos a beatificar. Todo fue un espejismo, una deliciosa farsa falta de generosidad y honestidad. Volvieron a nacer las primeras ilusiones de una nueva democracia, pero pronto se desvanecieron.
Para ellos no es una cuestión de amplitud de miras, sino de ambición. El poder tiene horizontes muy lejanos, y cuanto más lejos de la realidad mucho mejor. Como las golondrinas cada cierto tiempo volverán, volveremos a ser los figurantes de la gran escena , bulto, número, voto y plus para ellos.
Un artículo de Carlos A. González Suárez.