Llevo 2 días dándole vueltas a cómo extractar, para meterlo en un post, el magnífico artículo publicado por el periódico El Faro de mayo.
El artículo nos da de bruces con la realidad del engaño al que por parte de la administración han sometido y siguen sometiendo a los carreñenses.
Hoy le ha tocado a Dupont. Esa macroindustria que el PSOE denominaba como “la salvación de Asturias.”
Nos vendieron la moto de que crearían 5.000 puestos de trabajo directos (de los indirectos vamos a olvidarnos porque hay tal zipostio de cifras que no hay quien se entere).
Iban a construir 7 fábricas. Para ello la administración desembolsó la nada despreciable cifra de 48.000 millones de pesetas y expropió 3,4 millones de metros cuadrados.
Este alarde de positivismo sucedió allá por el año 1990. ¿Qué ha sucedido con esos sueños. Se han roto o se han convertido en realidad?. No, no se han convertido en realidad. Nada de lo prometido se ha cumplido.
No se han creado 5.000 puestos de trabajo, si no 791. Pero esta cifra no se refiere a los puestos de trabajo creados en Asturias ya que 500 de los 791 son puestos de trabajo creados en Polinya y Rubí (Barcelona). ¿Dieron los catalanes tantos millones de subvención como dio el PSOE asturiano?
No se han construido 7 fábricas, si no 4. Y a fecha de hoy solo funcionan 3 ya que la fábrica de THF se clausuró en 2004.
Resumimos:
Por tan solo 291 puestos de trabajo se han expropiado 3,4 millones de metros cuadrados de terreno y se ha desembolsado la friolera de 48.000 millones de pesetas.
Y ahora yo me pregunto ¿no hubiera sido mejor dar esos 48.000 millones de pesetas a esos 291 empleados que hubieran tocado a más o menos 165 millones de pesetas cada uno y de paso nos ahorrábamos la contaminación que esa industria produce?.
Los políticos nuevamente nos han mentido. Nos han puesto una zanahoria delante y hemos corrido tras ella como los conejos.
¿Por qué nadie pregunta cómo es posible que ahora DuPont destine parte de esos terrenos que se expropiaron para sus factorías se ceda ahora a ESBI para un ciclo combinado? ¿Por qué Asturias o los propietarios no piden la reversión por cambio de uso?
ResponderEliminarQue buen artículo, se nota que ha subido el nivel del blog.
ResponderEliminarEl de Cuallagar no sabes que los de la Dupont y los del ciclo combinado son socios? Estos tienen negocios comunes en Irlanda
ResponderEliminarOpino que sería mejor enunciar el post con "Los políticos, ¿unos títeres de DUPONT para mentir expoliar y contaminar al pueblo?
ResponderEliminarCreo que los del palo y la zanahoría (en alusión a los burros, no a los conejos) han sido los propios mandatarios, los han engañado o se han dejado engañar como chinos (¿intereses ?) y por tanto a lo que representan, al pueblo. Nos llenan de polución el Concejo, no nos dan ni un euro a ganar (al ayuntamiento si) y nos expolian los terrenos. Negocio redondo el de estos sinvergüenzas.
Ultimo anónimo, me gusta más tu titular pero, he prometido bajar el tono y aunque me está costando, trato de cumplirlo.
ResponderEliminarGracias por ser más realista que yo.
DuPont es una sociedad, y ESBI otra, y cuando los terrenos se expropiaron todo el mundo sabe que por allí pululaban los abogados conectados con el entonces Instituto de Fomento Regional, que pagaba los terrenos a través de la Sociedad Regional de Promoción. Los terrenos fueron expropiados para la DuPont, no para ESBI, por muchos negocios en común que tengan, y en realidad, las famosas indeminizaciones multimillonarias de Tamón no son tanto como se dice. Hubo mucho que repartir con aquellos intermediarios. ¿O no? Si los terrenos los expropió el Principado y la DuPont desmantela parte de las instalaciones, ¿quién es la DuPont para negociar ella con otra empresa el destino de unos terrenos que pagamos todos los asturianos a precio de oro para que unos cuantos intermediarios se forraran echando mierda sobre los expropiados de Tamón?
ResponderEliminarDupont? Esbi? Qué más dará el nombre Cuallagar. A mi lo que me importa es que monten fábricas.
ResponderEliminarCriticar por criticar y criticarlo todo tiene el incoveniente de que los intereses personales salgan a relucir a las primeras de cambio.