Lo que a mí me indigna es que solo cuando estaba enfermo se dignaron reconocer todo lo que hizo por este concejo. Recuerdo a todos el sistemático desprecio que inflingieron a su obra y por lo tanto a el durante muchos muchos años por parte del gobierno carreñense. Y seguro que tienen la desfachatez de aparecer por su funeral. Sus amigos agradeceríamos que le dejárais en paz después de muerto.
Amigo anónimo, no has faltado a la verdad ni en una letra. Bien que lo sabemos quienes somos sus amigos, pero no es el momento ni el lugar de cantar la verdad. Respetemos el dolor de todos los que le queríamos.
No creo que sea el momento de utilizar a Alfredo para atacar a la corporación.
No creo que a Alfredo le gustara. Más allá de alguna de sus entrañables e inocentes extravagancias, siquiera para el Candás de la época, Alfredo fue un hombre bueno, de esos que no hacen mal a nadie. Y d quien no creo que nadie pueda decir una mala palabra.
Alfredo, con otros, como José Ángel Alonso -ambos, para desesperación de sus jefes, convitieron su despacho en Portanet en una especie de taller cultural allá oor los años 50-60- o Sara Gutiérrez, dinamizaron la vida cultural de la época. Grupos de Teatro, poesía, canto. O la primera pepelería-librería en Candás.
Pero Alfredo, además, pudo haberse convertido en un pintor de cierto renombre. Por lo que fuera no ocurrió así, pero su habilidad con los lápices y las enseñanzas del valenciano Colom, profesor de arte en el instituto candasín a mediados de los 60, le permitieron dejar no sólo sus murales, sino una semblanza dibujada de los personajes,inovidable sgracias a él, que definieron la vida social candasina de mediados del XX.
Con pena, pudo llevar más allá ese retrato colectivo hasta los albores del XXI. Quizá la indiosincracia del paisanaje ya no era la misma. Pero, sobre todo, eran sus manos las que ya no eran las mismas y le impedían coger los lápices y dibujarcon soltura.
Lo que a mí me indigna es que solo cuando estaba enfermo se dignaron reconocer todo lo que hizo por este concejo. Recuerdo a todos el sistemático desprecio que inflingieron a su obra y por lo tanto a el durante muchos muchos años por parte del gobierno carreñense.
ResponderEliminarY seguro que tienen la desfachatez de aparecer por su funeral.
Sus amigos agradeceríamos que le dejárais en paz después de muerto.
Amigo anónimo, no has faltado a la verdad ni en una letra. Bien que lo sabemos quienes somos sus amigos, pero no es el momento ni el lugar de cantar la verdad.
EliminarRespetemos el dolor de todos los que le queríamos.
No creo que sea el momento de utilizar a Alfredo para atacar a la corporación.
ResponderEliminarNo creo que a Alfredo le gustara. Más allá de alguna de sus entrañables e inocentes extravagancias, siquiera para el Candás de la época, Alfredo fue un hombre bueno, de esos que no hacen mal a nadie. Y d quien no creo que nadie pueda decir una mala palabra.
Alfredo, con otros, como José Ángel Alonso -ambos, para desesperación de sus jefes, convitieron su despacho en Portanet en una especie de taller cultural allá oor los años 50-60- o Sara Gutiérrez, dinamizaron la vida cultural de la época. Grupos de Teatro, poesía, canto. O la primera pepelería-librería en Candás.
Pero Alfredo, además, pudo haberse convertido en un pintor de cierto renombre. Por lo que fuera no ocurrió así, pero su habilidad con los lápices y las enseñanzas del valenciano Colom, profesor de arte en el instituto candasín a mediados de los 60, le permitieron dejar no sólo sus murales, sino una semblanza dibujada de los personajes,inovidable sgracias a él, que definieron la vida social candasina de mediados del XX.
Con pena, pudo llevar más allá ese retrato colectivo hasta los albores del XXI. Quizá la indiosincracia del paisanaje ya no era la misma. Pero, sobre todo, eran sus manos las que ya no eran las mismas y le impedían coger los lápices y dibujarcon soltura.
Descanse en paz.
Eso intentamos los que le seguimos queriendo. Pero es duro callar cuando le han hecho tanto daño.
EliminarY aquí lo dejo, SOLO, por respeto a la familia.
SIEMPRE es duro callar. Conviene dejar a los muertos tranquilos.
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