La siderurgia asturiana de los 80 era como una vieja
locomotora de carbón: lenta, anquilosada, sucia y tremendamente
contaminante.
Comparada en términos
ferroviarios, que tanto le gustan al alpargatudo concejal y su lipedémica
(edema=hinchazón; lípido= gordura) Alcaldona, es como si Asturias viajara en el
estrecho FEVE mientras otras regiones comenzaban a utilizar el AVE. Sin
embargo, como no había competencia y el consumo interno era razonable, el
tinglado funcionaba.
Por esa época, Angelón andaba metido en el sindicato y
trabajaba cuando se aburría, porque estaba liberado, al igual que el concejal
Manolo, que ya pululaba por los despachos por aquel entonces.
En sus ratos libres, Angelón se dedicaba a reparar todo tipo
de artilugios en un taller que había montado en el garaje de su casa. Como
todavía no habían inventado Leroy Merlin, toda la utillería tenía el logo de
ENSIDESA, ya que era una práctica común arramplar con cualquier cosa que
resultara útil para fines particulares. Desde gasoil, que succionaban
directamente de la excavadora, pasando por cajas de herramientas o material de
construcción. Total, la empresa era estatal, y el Estado es de todos.
Por su parte, El Cipri había mejorado sustancialmente su
trabajo. Un control automático de guardagujas sustituía aquella complicadísima
tarea de apretar un botón cada vez que sonaba una sirena. Ya no había peligro
de volver a quedarse dormido, para alivio del cura de Logrezana. Ahora estaba
en otra garita, pero de vigilante de almacén.
Tanto vigilaba el Cipri, que un día acabó en el
hospitalillo, por un chupetón demasiado fogoso que dio a la goma extractora de
combustible. Al principio pensaron que era una borrachera más, pero cuando
empezó a ponerse de colores y a vomitar rojo, que en realidad era gasoil
industrial, de ese mismo color, lo hospitalizaron de urgencia.
El informe médico de Don Mario dictaminó lo siguiente:
“O la máquina de análisis está jodida, o el paciente no es
humano, sino más bien extremófilo, ya que tal acumulación de alcohol y metales
pesados en sangre es incompatible con la vida”.
A pesar del panorama, hubo un intento serio de modernizar la
siderurgia asturiana. La acería LD III, además de destrozar Tabaza para
siempre, suponía avance importante en términos de optimización de fabricación y
calidad del producto.
Pero el percal era el que era y ni Angelón iba a echar horas
extra (sería explotación del trabajador), ni el Cipri iba a aprender a
gestionar un almacén, ni el Alpargatudo Manolo iba a aprender a decir
“cualquiera” en lugar de “calquiera”. También era muy dado a utilizar
expresiones como “hemos perdido muchas plumas” en esto o aquello. Así, sin
venir a cuento. En esa típica retórica diarreica que ha conservado desde
entonces hasta su actual faceta de edil
de película de Ozores y Juanito Navarro.
Hay que recordar que eran tiempos de Felipe, y la traca
final del descojone financiero culminó con la Expo y las Olimpiadas del “3 per
cent”. Al igual que ahora, se robaba por
los 4 puntos cardinales y Felipe tuvo que irse, aunque casi consigue quedarse.
Luego vino El Bigotes, que al ver el putiferio, tiró por la
calle de en medio. Como político cortoplacista, decidió que todo aquello era
mejor venderlo y no molestarse en enderezarlo.
ENSIDESA al Grupo ARBED, luego al indio y a punto estuvo de
comprarla un magnate ruso. ASTURIANA DE ZINC a XTRATA, CRISTALERÍA ESPAÑOLA a
SAINT GOBAIN, INESPAL a ALCOA. Con HUNOSA no tuvo cojones, porque el enano
Villa amenazaba con llevar veinte mil mineros para Madrid y armar la de María
Santísima. Los disturbios de la Naval Gijón ya dieron buen ejemplo de por dónde
podían ir los voladores…
Al menos con HUNOSA podemos “presumir” de que aún tenemos
una empresa 100% asturiana, aunque sea con sus descomunales pérdidas anuales, a
cuenta de la SEPI.
Los nuevos dueños se mosquearon un poco al ver la “plantilla
de figuras” que les habían endiñado. Más o menos, la conversación posterior con
los altos dirigentes políticos debió de ser así:
-Como no nos quitéis de encima los Cipris, los Angelones y el Alpargatudo
Manolo, nos deslocalizamos y os vais a tomar por culo!!
-No hay problema. Método minero!!-
¿¿Y qué cojones es eso??-
-Joder, pues a prejubilar a todo Cristo-
-Ya…pero la Seguridad Social tiene un tope… No querrán
jubilarse por cien mil pesetas (600 Euros)-
-No importa, les vamos a dar una indemnización a cargo del
balance de la empresa. Haremos una provisión de merma de beneficios. Dos
modalidades: Indemnización (generosa) en un pago, o un complemento a la pensión
de por vida. Contrato relevo, lo vamos a llamar. Para dar paso a los jóvenes y
toda esa mandanga. Ya verás cómo se apunta todo Dios-
-¿A cargo del balance de dónde???-
-¡Bueno hombre!,
luego os lo devolvemos en subvenciones al fomento del desarrollo. Vaya cómo
sois los ejecutivos, no se os escapa ni una!!.
De esta manera, surgió de la reconversión una nueva
generación de cincuentones ociosos. No sólo del metal y del Pozo Moqueta, sino
también de la banca y de Telefónica.
Ese era el resultado del “contrato relevo”. Empresas improductivas,
gestionadas por inútiles burócratas que tenían que deshacerse de toda aquella
grasa si no querían colapsar por sobrepeso. Impuestos asfixiantes, no sólo al
contribuyente, sino también a la propia empresa, para mantener de por vida a
aquella generación de cincuentones, que hoy andan entre los 60 y los 70.
Si os preguntáis por qué Angelón gana dos mil Euros y un
joven ingeniero mil doscientos, ya sabéis por qué…