¿Compras inadecuadas?

Imaginemos a una persona que se compra unos zapatos nuevos simplemente porque son bonitos, a pesar de que le cuestan muy caros y los que tiene, todavía están en buenas condiciones. Pasado algún tiempo, descubre que no solo le hacen daño, sino que destrozan sus pies y sus calcetines, entonces se da cuenta de que la compra, no ha sido tan rentable como parecía. Me gustaría aplicar este símil al Paseo Marítimo de Candás.
Es una obra vistosa, que da atractivo a la entrada del pueblo, una estupenda ruta del colesterol, relajante y cómoda, donde pasear a cualquier hora, tanto para los lugareños como para los foráneos, es realmente placentero. Hasta aquí, la parte poética.

Al poco tiempo de la finalización de la obra, comienzan a aparecer los primeros síntomas de problemas. Cortes del paseo para ganar aparcamientos con las correspondientes manifestaciones de perlorinos airados. Una barandilla de acero inoxidable que ya está oxidada. Unos adoquines que convierten el tráfico rodado en un patatal, y que fueron reparados hace poco tiempo. Unas bolitas de villar que son un tex para frustrados futbolistas y que son un chollo para dos o tres operarios municipales, quitando el verdín que las recubre todos los años. Unas lucernarias que ya se están reparando. Unos cierres por desprendimientos cada dos por tres, con la supresión definitiva de algunas plazas de aparcamiento, y en este momento con un cierre más para el tráfico rodado y para los peatones (Por cierto, no hay una señal que prohíba el paso de los peatones desde Perán hacia Candas hasta que llegas a la casa siniestrada) y no hablemos del susto que te pillas si bajas por la carretera de la Formiga y de golpe, te encuentras con otro coche de frente. ¿Se habrá saltado una dirección obligatoria hacia Coyanca, o será residente de la Formiga o del Monte?

Y ahora, cuando los zapatos nuevos comienzan a hacernos daño, echamos de menos los viejos y nos preguntamos: Si el paseo anterior con un lavado de cara habría quedado todavía en perfecto uso ¿Por qué coño no nos dimos cuenta antes de gastar en él unos cuantos millones de €? ¿Porque no hemos empleado el dinero, en asegurar la cara del monte con mallas especiales par taludes y algún muro de contención donde fuese necesario?

Concretamente a mí me gusta más la comodidad que sufrir las consecuencias de una mala compra, en este caso una despilfarradora gestión. Creo que hubiésemos ganado en todos los sentidos, tranquilidad para el tráfico rodado y peatonal, unas plazas de aparcamiento definitivas, dejar de tocar los cojones a los vecinos de Perlora con los continuos cortes, y sobre todo hubiésemos evitado las pérdidas económicas que sufren el comercio y la hostelería de Candas y en mayor medida las hosteleros de la Bahía de Peran junto con un montón de cosas más

Lo que deduzco de este análisis es, que en su día primó más el “socio –listo” que el “socialista”.

Saludos

Enrique González un vecino de Carreño