Hace unos años, “ser político” no adicto al régimen, significaba entre otras cosas, correr delante de la policía, andar permanentemente escondido, pasar tremendas dificultades económicas, ser asiduo visitante de las cárceles, recibir paliza tras paliza, tantas y tantas cosas que destaco sobre todo; jugarte continuamente la vida.
Era una época llena de colorido, donde el gris, el caqui, el azul, y el negro con ribete blanco, hacían que anduviésemos de miseria en miseria, y de indigencia en indigencia. Los grises nos machacaban, hoy con otro color siguen haciéndolo, los generales nos marcaban el paso, hoy lo hacen más lentamente, los ultras salvapatrias guardaron el azul en el armario, en espera de mejores tiempos, los aristócratas y los curas que nos quemaban en hogueras, siguen gobernando nuestras vidas y nuestra sociedad, y todos juntos, todos juntos en unión, nos siguen esquilmando sin la menor compasión, sin ruborizarse, tan panchos los tíos, como si nada, están tan acostumbrados.
Se me olvidaba un color. El rojo. Ese, con el que muchos sacaron tremendos beneficios, ya que era un espécimen muy cotizado en esa época dictatorial.
Pero luego, llegó la Democracia, y con ella nació un nuevo prototipo, una extraña raza, una nueva casta, que la mayoría de los españolitos no conocíamos, pero sospechábamos que andaban por ahí, y deseábamos con todo nuestro corazón que apareciesen, que fuesen como “Curro Jiménez”, el azote de los ricos y defensores de los pobres.
Y aparecieron, vaya si lo hicieron, y nació con ellos una nueva aristocracia que da gusto verla, con sus llamativas corbatas, sus sonrisas de tontos solemnes, con su ruin y sonriente descaro de mercenarios dispuestos a comerse el mundo, cuando en realidad lo que se joden es nuestra Democracia, convirtiéndola en sinónimo de corrupción, de escándalo, de soborno, de inmoralidad, de indecencia.
En nuestro concejo, al igual que en esta España de aplausos y pandereta, la única profesión que no necesita certificado de estudios primarios es la de “político” pero no nos engañemos, saben perfectamente el significado de la palabra “corrupción”, y de sus pingües beneficios si se la gestionan bien. Entienden poco de números, pero no se les escapa que el 3% es bastante menos que el 20%. Lo vemos, leemos y oímos todos los días en los medios de comunicación y solo podemos contener nuestra rabia.
Estos paletos cargados de demagogia, marrulleros y cantamañanas, son capaces de vender a su madre, con tal de ganarse un voto que les permita estar una legislatura más, tumbados panza arriba, cara al Sol (lo de cara al sol me salio así, sin más, lo juro) Salvo algunas escasas excepciones, ahí están, oportunistas potenciados por negocios sucios y pelotazos que Nadal envidiaría.
Ciertas cosas no han cambiado, al igual que la materia estos “Curritos Jiménez” ni se crean ni se destruyen solo se trasforman. Menuda putada.
Pobre Carreño, pobre España.
Un vecino de Candas (no seáis pesados, no soy la moderadora)
segun ley tus lineas me venian a la cabeza los nacionalistas con la confianza ofrecida por el PSOE Y EL PP , que asco me dan , fuera comunidades historicas , aqui o todos o ninguno.
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