viernes, 14 de agosto de 2015

ALGO NOS ESTAN ROBADO

Era una brillante mañana de finales de los años 50 cuando un muchacho pequeño y frágil, corría desesperado hacia la dársena del muelle. Su pantalón corto ajado de tantas lejías, y sus zapatillas de esparto de cordones azules, le llevaban en volandas calle abajo como alma que lleva el diablo.
El partido ya había empezado. Llegaba tarde. El Muelle y Santolaya ya pateaban fieros el balón, los pies descalzos de los contrincantes comenzaban a enrojecerse y sus voces y gritos hacían la competencia a las gaviotas que les sobrevolaban.
Nadie le paro, solo miraron como corría. Camino del muelle no había puertas, no había semáforos, no había policía municipal al lado de un hotel, y solo de vez en cuando, muy de vez en cuando, algún vehículo pasaba hacia la Almena.
El niño felizmente pudo jugar. Les faltaba uno. Una hora más tarde cuando la marea les robo el campo, vencedores y vencidos refrescaron su sudor entre bromas, risas, y algún enfado que otro. Unos, se bañaron entre los vocales, otros, más expertos nadadores, corrieron a la rampa para tirarse de cabeza en las cristalinas aguas.
No había una larga barrera de hierro mecánica que les prohibiese el paso. El agua estaba clara, cristalina y a través de ella se veía en el fondo una arena limpia, con suaves ondulaciones creadas por la marea.
No lo ocultaba una capa de sucio gasoil y montones de porquerías flotando sobre ella. Tenía un suave olor a salitre que mecía la piel. Allí estaba la Almena, testigo mudo viendo cómo los muchachos con sus saltos al agua, de cabeza o de pié, -hasta alguno se atrevía con el salto del Ángel- presumían ante las chicas, que con regocijo les observaban desde la parte alta del muelle.
No había pantalanes, ni aparcamiento privado para coches y lanchitas de los nuevos ricos (o para quienes quieren creer que lo son) no era un coto privado para ningún club con privilegios. Los clubs anteriores que disfrutaron del muelle, no tenían señales de prohibición. También tenían concejales. Querido PIPO te echaré de menos. Poco a poco, y casi sin darnos cuenta, a la chita callando, nos han robado la razón de poder disfrutar de lo que siempre nos ha pertenecido.
La herencia que yo esperaba entregar a mis hijos y mis nietos.
Simplemente un pueblo a la orilla de la mar.
José Antonio estoy contigo, algo nos están robando.
Enrique González

12 comentarios:

  1. Precioso el texto y suscribo tus palabras hasta la ultima coma.GRACIAS POR DESPERTAR CONCIENCIAS(Nos han quitado ya muchas cosas que no acaben quitando tambien nuestros recuerdos)----José Antonio

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  2. Años 50? Hotel? Rampa? No había gasoil? Aguas cristalinas y en el fondo arena limpia? "Suave olor a salitre que mecía la piel"? Solo "alguno" se atrevía con el "salto del Ángel" en la Almena?
    Lo del Muelle viene siendo una p... vergüenza pero el que escribe esto, seguro que es de Candás?
    En los años 50 ningún hotel (1970), y "tertulies" (fútbol) poques. La Rampa, aquí, fue toda la vida La Rambla. Gasoil y restos de pescao había por doquier, Candás vivía de la pesca por aquella. Los Saltos del Ángel en Acapulco, en la Almena pocos, eso sí, picaos, carpes y planchazos, bastantes.

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    1. Ya veo que eres de los cortiros, no has entendido un pijo. Por cierto. No solo es de Candás si no del centro de Candás. A saber de dónde eres tú.

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    2. Perdón, quise decir CORTITOS, no cortiros.

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    3. El anónimo de las 10:20 que verdad esta diciendo!!,pues en el tiempo que él marca es todo verdad,por la Pregona solo salía "Mierda",que se pregunten muchos a ellos mismos donde se embadurnaban con toda lo que salia por el río,para después hacer la parodia por la poca playa que estaba en "Palmera","cuando nos dejaba ir a ella",pues con marea alta nunca exístió,desde lo que se llama el taller de Luis,desde abajo donde esta ahora el bebedero,nos tirabamos al agua.que se dejen de Ramblas todos estos.Que lo que esta ya jodido nadie lo puede arreglar,existen cosas mas importantes que solucionar.Si esta asociación que se dice ella que no quiere mas hormigón,que se preocupe mas por el pueblo,que es muy guapo salir a la palestra,poniendo cosas de un pasado que ya no vuelve,que solo puede existir para los pocos que ya quedamos,seguro que muchos jóvenes de este pueblo,que puedan bajar a dar un paseo por el Muelle,puede ser que no conozcan a sus "Ancestros"Que puede que estén en las fotos.La nostalgia de un pueblo como Candas,nunca se puede olvidar mientras se viva,pero todo esto no tiene fundamento,por el olvido que nos hizo la Industria,que fue la que mato a este Pueblo.pues si no llega a ser por ella,donde estariamos ahora viviendo solamente de la mar.Que dejen evolucionar los tiempos,que respeten lo que aya que respetar y que el pueblo siga creciendo con los tiempos,porque de Marinero ya tiene bien poco,de nostalgias no se va estar viviendo toda la vida.

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    4. Ah! se me olvido decir que soy del Barrio del "Parrocho"

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    5. De nostalgias no se vive, la nostalgia alimenta el alma. La destrucción que quieren para Candás no alimenta nada excepto el bolsillo de algunos cerdos.

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  3. Del centro no, ¡de Santolaya! Que ye mas que ser del centro. Dizrelo uno tambien de Santolaya

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  4. Anonimo de las 10 y 20 muchos nenos de Santolaya evolucionaron para bien pero por desgracia ignorantes como tu son los que marcan la diferenca

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  5. Ah, ye verdá, en Santolaya siempre dixeron La Rampa (y en Lluanco La Rampona) ;)

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  6. Candás ye Santolaya, lo demás tierra conquistada. Si levanten la cabeza los antiguos de El Nodo, La Tenderina, La Cuesta, El Parrocho...y un largo etcétera correnvos, a gorrazos. Ahora Santolaya ye el acabose, ver para creer!

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  7. En el Candás antiguo, Santolaya representaba las mejores casas con escudos. Lugar de los mas pudientes, los pescadores estaban en otros barrios como la Cuesta...
    Me parece que algunos tienen demasiado protagonismo y estan creando lo que se llama falsos mitos.
    En Candás también vivian gentes de otros oficios incluso pequeños ganaderos.
    - Modernismos- que dan "cascancia", muchos de ese barrio no saben diferenciar un calamar de un potarro y la mar lo que les contaba su guela

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