domingo, 2 de noviembre de 2008

SI SE QUIERE, SE PUEDE. PERO HAY QUE QUERER

Lo malo es que el deporte principal de este pueblo es dejar morir todas las tradiciones. Parece que ahora le toca a la Plaza de Abastos.
Pediría desde aquí a los políticos que se olvidaran de seguir haciendo edificios imposibles como el Polivalente o la Rula que ya me dirás para qué puñetas sirven.
En diciembre del 2007 el Ayuntamiento quería relanzarla (ver post al respecto) pero por lo visto se han olvidado de ello y a fecha de hoy todo sigue igual.
La están dejando morir y ellos lo saben. ¿También aquí hay un motivo para acabar con una de las tradiciones que hay en la mayoría de los pueblos de España?.
Que pena me dan los políticos que tiene tan poco respeto por el trabajo de los demás. Porque, como he dicho en el título, si se quiere, se puede. Pero hace falta querer y ellos a las claras esta que no quieren.
En honor a la verdad tenemos que decir que el único partido político que en su día se preocupó fue UNIDAD Andecha Carreño (ahora UNA). (Ver post al respecto).

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Plegarias por la plaza de abastos
El mercado de la villa de Candás desciende sus ventas y no hay jóvenes interesados en seguir con el negocio.
Los mercados y las plazas de abastos son parte de la vida social de los pueblos y ciudades. Centros de comercio por definición que se convierten en foros públicos donde el residente y el visitante encuentran un espacio de encuentro. En su génesis, una plaza de abastos sirve para ofrecer al vecino una oferta diferente a la de otros comercios. Alimentos que salen directamente de la huerta, o el mar, hacia la cesta del comprador. En Candás, sin embargo, como ocurre con otras tradiciones, el mercado languidece, sin que parezca posible una solución a corto plazo.
«La plaza llegó a funcionar bien hasta principios de esta década, aunque ya entonces se notaba mucho la competencia feroz de las grandes superficies comerciales», explica Ana, que regenta junto con su hija la pescadería de la plaza. En su opinión, una de las grandes amenazas que se cierne sobre el mercado candasín es que no hay relevo generacional. «No se quién va a coger estos puestos cuando los que estamos ahora lo dejemos, en las condiciones en que hay que trabajar aquí es muy difícil progresar», explica.

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